KARINA VELÁSQUEZ, TODOTERRENO
Con una nutrida participación en el cine venezolano -donde la pretenden siempre para controversiales roles- y más de un centenar de comerciales, esta figura recurrente sobre la arena del teatro local se prepara representarnos en el Festival Internacional de Teatro de Bogotá y convertirse este año en uno de los rostros más recurrentes de la gran pantalla.
Sin maquillaje y en ropa deportiva llega Karina Velásquez a la entrevista. La misma chica escultural que se ha mostrado su silueta completa en el cine local, considerada una de las más atractivas modelos venezolanas, y quien confiesa -tal como se constata con su comparecencia- no ser amante ni de los polvos ni de la peluquería.
Y es que la vida de Karina parece ser una contradicción en muchos aspectos. Practica boxeo y ballet, para muchos es una bomba sexy -pese a negarse a participar desnuda en sesiones fotográficas-, y mientras lleva siempre consigo una piedra jade (costumbre heredada de su padrastro chino, para transformar las malas energías) y habla de la armonía, la paz y la meditación como su pan diario, esta actriz se ha visto perseguida por un abanico de perturbados personajes que le ha tocado interpretar. Uno de los que más anhela estrenar este año sobre las tablas es María, la protagonista de la más célebre novela existencialista de Ernesto Sábato, El túnel.
“Hasta cuándo desnuda”
– ¿Cómo te preparas para trabajar personajes tan oscuros?
– El actor no debe tener límites. Me encanta ir a sitios a donde nunca hubiese ido. Soy muy arriesgada. Alejandra (su personaje en la película Secreto de confesión) labora en un restaurante, que no se ve en la película pero uno trabaja más de lo que se ve para entrar en la rutina y en la naturalidad del personaje. Entonces fui a un bar de mala muerte, me tomé unas cervezas… Uno observa mucho. Veo gente y le robo los gestos.
– ¿Cómo fue la preparación para el desnudo tan explícito de Wayúu, la niña de Maracaibo?
– Un desnudo salvaje, con todos los hierros. No me dijeron lo de los desnudos sino después. Me amarré los pantalones y lo hice. No tengo problemas siempre y cuando esté justificado. Aunque se explotó un poco la cosa, y creo que fue demasiado. Llegó un momento en que me veía y decía “¿otra vez esta mujer desnuda? ¿Hasta cuándo?”.
Tiempo de calidad
Con un particular acento, mezcla de haber nacido en Caracas, de madre zuliana, y criada entre Valencia y San Cristóbal por una familia merideña, Karina cuenta que empezó casi por casualidad en el modelaje publicitario. Su fotogénico rostro le abrió las puertas rápidamente. Sin embargo, quedó embarazada a los 19 años, se casó y mudó por cinco años a Margarita antes de empezar lo que ha sido una ocupada carrera, en la que acumula la participación en 11 películas de factura nacional, un centenar de comerciales, y la próxima representación de Venezuela en el Festival Internacional de Teatro de Bogotá con la obra Stop Kiss.
– ¿Cómo llevas el rol de artista y el de madre de una niña de 12 años?
– Cada vez es más fácil. Está más grande, hemos desarrollado una relación de amigas, es diferente. Comparto mi tiempo con ella, hablamos mucho. Si no puedo llegar al colegio a tiempo, corro, me traslado en motocicleta.
– ¿Ser madre afecta el desarrollo de una carrera tan demandante como la actoral?
– Todo es negociable y cada relación humana tiene que estar enlazada por una muy buena comunicación. Le he inculcado a mi hija que este es mi trabajo, que es algo distinto. No es tanto la cantidad de tiempo, sino la calidad: está el teléfono, un Skype, tantas formas… También llevo mucho a mi hija a mi terreno. Tengo, gracias a Dios, unos hermanos que me ayudan. Sin ánimos de ser egoísta, la vida es muy corta y los ciclos se cumplen, los hijos van a crecer, como uno, que se desprende del brazo de la madre y hay que vivir y experimentar.
Un rostro frecuente
Karina, que se encuentra en pleno rodaje de Canción de sombras (Roque Zambrano), ya cuenta algunos proyectos listos que aún no han sido estrenados, como Tamara (Elia Schneider), Las caras del diablo 2 (Carlos Malavé), y Hasta que la muerte nos separe (Abraham Pulido). Así que su rostro promete verse una vez al mes en un nuevo personaje al menos hasta abril. También tiene asegurada su participación en algunos proyectos próximos a realizarse, como la adaptación cinematográfica de uno de los libro de Luis Fernández; y la película de Diego Rísquez sobre Felipe Pirela, en la que interpretará a una puertorriqueña junto a Chino, del dúo Chino y Nacho.